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domingo, 28 de marzo de 2010

Otro mas sin nombre

Todos los días, todos los estados.
Otro más, sin nombre.
Ni a los muertos ni a los asesinos se les llama, son los innombrables. Mudos testigos, cadáveres en el camino en esta fallida y eternamente perdida guerra contra el narco. La máxima horrorosa expresión de la corrupción en México. ¿Quién quiere formarse en la línea?
El carácter y el nivel de violencia al que hemos llegado es, indudablemente, el signo de los tiempos de la insoportable corrupción que ha culminado en hoy. Antes te detenías de llamar a la policía en caso de robo o inseguridad; antes te limitabas a dar una mordida austera a un pobre tránsito mal pagado; antes votabas por el partido que te regalaba la camisita corriente y una gorra; antes te reías de la política ridícula de nuestro país. Antes… antes te callabas y esperabas a que un signo de los tiempos, un dios benefactor, llegara un día a cambiar esta tierra, tu tierra. O al menos te diera el valor para hacer algo por la vida. Tu vida.
Hoy ni siquiera piensas en llamar a la policía en caso de robo o inseguridad. Ni al ejército, ni a una ONG. Hoy te guardas en tu casa bajo cien candados, aunque aún así las balas puedan encontrarte.
Hoy la extorsión no es por una multa de tránsito, es por el vale canjeable de la vida de tu familia. Y entonces pagas la cuota -o el impuesto- al cártel del día con lo cual quieres creer que estás un poco más seguro. Y rezas porque mañana no llegue otro grupo nuevo, otras reglas nuevas, otros intereses nuevos. ¿Y tú? Tú en medio, irremediablemente.
Hoy ya cambias de canal cuando hablan de política, un circo vicioso de pedantes que no pueden, ni quieren hacer nada (justamente igual que el resto de los mexicanos). Ellos, independientemente de los resultados, seguirán ganando la sangre -o la lana- del pueblo. Y ¿para qué ver sus discusiones? Ya tenemos otro gobierno (¿o nos levantaron el telón?), el de los cárteles. Hoy ya ni vas a votar, ni a opinar, ni a proponer, y si vas, vas con miedo. Y de regreso, obtendrás, a lo mejor, una bala en la frente… o decenas de ellas.
Hoy no te preguntas ¿quién está dentro? Hoy te preguntas ¿quién no lo está? Sí los muertos pudieran hablar, contarían tantas verdades. Los testigos mudos y silenciosos del narco, y el gobierno, y la policía, y el ejército. Y del gobernador porque… “Que el gobernador tiene nexos! Que el alcalde… y hasta el diputa-dito.” No te sorprendes, ya lo sabías. Lo sabías desde el día que votaste por un hueso o apoyaste la campaña. “Que el resonado Secretario de Seguridad… del país!” “Que los taxistas, los policías y los jueces. Que la cárcel, el hospital y hasta la muchacha.” Todos somos espías, y todos estamos solos.
Hoy mexicano, ya no sabes si vivirás para contarla. El chiste de tu vida, o la vida de tu chiste.
Ayer esperabas un dios benefactor que viniera a salvarte o te diera el valor.
Hoy también.
“Pero, aclarando, comadre.. ¡pero sólo a que nos salve! ¿Cuál valor o coraje? ¡El valor de la vida, ca…!” Eso le repites a tu familia y amigos, la excusa de siempre jamás. “Que si quiere hacer algo este diosito, ¡mínimo que lo haga completo!”
Y de nuevo. Todos los días, todos los estados.
Otro más, sin nombre.
Ni a los muertos ni a los asesinos se les llama, son los innombrables. Mudos testigos, tan sólo cadáveres en el camino en esta fallida y eternamente perdida guerra contra el narco. ¿Quién quiere formarse en la línea?
Mexicano. Ya estamos en la línea.
Coraje Civil.

Fuente: http://mexicanosalgrito.wordpress.com/otro-narco-otro-periodista-otro-policia-otro-mexicano-asesinado/

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